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Trabajando en donde solo se duerme cuando se deja de respirar..

lunes, 3 de octubre de 2011

Camino a Ozzy - CAPITVLO I (Diary of A Madman)

Todo estaba maquinado con frialdad, y alevosía. Pocas veces había planeado algo con tanta minuciosidad sin dejar detalle de lado. Ya había comprado las entradas a Black Box (un lujo permitido gracias a la esclavitud del MSP), Fabricio y su hermano Andrés se iban en avión a Quito, pero yo estaba en las entrañas del infierno llamado Choneros.
El plan era tan sencillo como a la vez complejo:
1- Total Hermetismo: Nadie sabría que me escapé. Ni mis jefes, ni mis pacientes, ni mi licenciada.
2- Pedirle prestada la cámara a mi enfermera: sin que sepa para que ni para donde.
3- Escapar antes del amanecer del jueves: en época de cosecha, los camiones que llevaban piñas y maíz pasaban en horas de la madrugada, y me podían sacar de allí.
4- Tomar la Reales Tamarindos en Pichincha: al salir del recinto Los Choneros (48 min. aproximadamente) queda un pueblo llamado Pichincha, donde pasa la Reales Tamarindos hasta Quevedo, también en horarios de madrugada.
5- De Quevedo a Quito: como sea.
6- Contactar a Fabrixio: que ya debería estar allá.
7- Tomar evidencias de que vi al Paranoico Hombre de Acero Mr. Crowley
8- Regresar en la misma madrugada
9- Atender a las 9 de la mañana del viernes en el Suxentro
10-Devolverle la cámara en perfecto estado a la licen, sin ninguna foto que me delate.
Sencillamente calamitoso. Así que empecé por errar en el 1er paso: me quedé dormido. Salí a las 5 a caminar (aún estaba oscuro) con mi mochila, la entrada, la cámara y un frió que se ponía cada vez peor. Y habían pasado los dichosos camiones y solo me quedo esperar al expreso escolar (una camioneta sobrecargada con 25 personas en el balde).
Caminando entre sombras... (5 a.m)
Conmigo fueron 26. Me encontre con Karina, una chica de 17 años, 1,50 cm de altura, simpática, risueña y segun sus malas amigas, con deseos lasciviosos con el médico del Subcentro. Mientras conversaba con ella y el resto de chicos del balde, el camino se hizo menos tortuoso. 

Camino en el expreso de Don Stalin
Llegué a Pichincha sano y salvo (con un hambre que ni 3 panes y una chocolateada Tony calmaron).
- Ahí viene la Buena Fé doctor - escuché sorprendido
- Que más Don Sigifredo, como así por acá? - Sigifredo es un paciente con artritis y diabético que vive en un punto lejano llamado La Barbarita, a más de 5 Km. adentro desde mi subcentro.
- Aquí nomás doctorcito, esperando a mi mamá que viene de Manta para llevarla al subczentro. Es que como usted me curó de los huesos y a mi mujer le hizo bien el suero que le mando, quería que vea a mi mamita que allá en Manta nadie le da con lo que tiene. Tons yo esperaba que usted la vea y me la cure con la ayuda de Dios.
- Chuuuuzo mi estimado, pero yo me iba justo ahorita donde un familiar que está mal
- Vaaaaya pues... cuando se puede, se puede. Vea, ahí viene en la Buena Fé. Pobrecita, déjeme decirle nomás que se regrese que usted no puede hoy
En ese punto mi alma se quebró en 17000 fragmentos, y se multifragmentó al ver a la señora de unos 70 años, mediana estatura, vestido largo claro, y un sombrero artesanal puesto. Tenía un notorio edema de extremidades, disnea de máximos esfuerzos, ingurgitación yugular y una gallina en una mano. Era claramente una Insuficiencia Cardiaca, pero porqué dudarían en Manta de algo tan lógico?
- Vea doctor, le prezento a mi mamita: Eduviges $%&$•%&&
- Que tal mi reina, como así por aquí - dije aturdido con mi desesperación de no llegar a tiempo a Quito
- Aquí doctor, con mis males - me dijo la Sra. Eduviges - agradecida por lo que me dijo mi hijo de usted, pero es jovencito usted?
- Aver vamos a sentarnos mamita - le dije sintiendo que mi responsabilidad pesaba más que mis plan - que pasó con usted. Como es que vienen así sin avisarme antes.
- Es que usted dio con lo que tenía mijo, así que aver que hace por esta vieja.
Y me empezó a contar su cuadro clínico y las peregrinaciones a varios médicos en Manta, mientras yo maquinaba en mi mente como salir de esta.
- Y esto me mandaron - dijo - pero no me hacen nada, ahi se las doy por si acaso. Para más que me voy a morir - se rio y me dio unas 3 Meticorten de 10 mg.
- Vamos mi señorita no diga eso, hagamos algo, vamos al Hospital del Empalme - dije casi automáticamente - ahí le hacemos unos exámenes gratis nomás con mi sello, retira una medicación de farmacia que la mantendrá tranquilita y mañana en la mañana los vemos. Estamos?
- Y cómo doctor? yo no conozco
- Tranqui que va conmigo, yap? es que en serio tengo una emergencia, hasta eso se queda en la casa de su hijo hasta mañana. Y usted - le dije al hijo - me la va a mantener a la señora estable, cualquier cosa me avisa. Esa va a ser su responsabilidad. Estamos?
- Claro mi doctor - me dijo el hijo, con una emoción de recibir tanta responsabilidad.
- Vamos entonces al Empalme - Dicho esto sabía que violaría el 1 y más importante punto: si me ven en el Hospital, comenzarían los interrogatorios sobre el porqué no estoy en mi suxentro.
Todo el camino fui maquinando una estrategia, con Aguilar Y Su Orquesta de fondo en la Buena Fe.
- Empalme, Empalme, Empalme, venga venga!!!!! Bajando - gritó el oficial
- Vamos doctor, ya llegamos - dijo Don Sigifredo.
7 a.m., y yo seguía en el Empalme. A la entrada del hospital, justo en la entrada, quiso mi suerte que vi que entrar a Raúl Morocho, un compañero rural que salía de guardia. Ahora bien, como él salía a las 9 a.m. se me ocurrió una magistral idea. (Suerte que siempre llevaba en mi cangurito un recetario, una pluma y mi sello) Saqué una receta con el nombre de la señora, y como supuse que no se controlaba la presión le prescribí 30 enalapril de 20 mg; y en otra receta escribí: "pilas Raulito, ahí te mando una pacientita desde Choneros, parece una ICC [Insuficiencia Cardiaca Congestiva]. Ayúdala con un EKG, y una RX de tórax... Gracias hermanito)
- Vea don Sigifredo, con esta orden vaya donde el doctor que está entrando. Él es buena persona, y lo va a ayudar en todos los trámites de aquí. Pero no le diga que me voy, porque sino...
- Pierda cuidado mi doctorcito, pierda cuidado, y muchas gracias.
- Ya estimado, pilas que se le va. Nos vemos mañana a las 9
- Ya mi doctor, que se mejore su familiar. (¿¿¿¿????) Gracias de nuevo
Con todo en su sitio, me escabullí entre toda la gente, rogando que nadie me reconozca, rumbo a Quevedo.
Más tarde me llamaría Morochito a reclamarme porque le mando pacientes a él precisamente, que había `pasado peripecias por las dichosas RX, que para qué mandaba exámenes si ya sabía qué tenía, etc. etc. Igual para ese entonces yo ya iba rumbo a Quevedo.

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