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Trabajando en donde solo se duerme cuando se deja de respirar..

martes, 12 de julio de 2016

Música inconclusa (Capítulo 01)

"Cierta vez, cuenta la leyenda, que entre libros hospitales pacientes y desequilibrios emocionales laborales, un caballero postgradista de Cirugía, medio burgués, enamorado de su esposa Pediatra, un Barcelona que solo sabe romper ilusiones y una batería eléctrica; decidió crear música en su pequeño castillo ubicado en las orillas de la playa. Tan pronto amaneció el alba y las nubes mostraron al disco solar, decidió invocar a su sobrino, sangre de su sangre que con tan corta edad tenía el virtuosismo de dominar la cuerdas de acero (y tenia una bebe), un Médico de unidad Neurocritica que manejaba la guitarra con destreza (y que a la postre sería figura medica-frandulezca de un programa matutino), y un medico-esclavo de una UCI, estresado que poseía habilidad para los teclados, letras, y otras cualidades que no me alcanzaría el tiempo o espacio para detallar.
Cada uno recibió el llamado y acudieron casi 139 km al punto acordado, cada uno acompañado de su caravana y su doncella (o la que en realidad mandaba). Lucharon contra las inclemencias del camino, el clima (y las dificultades de las indicaciones dadas). Muchos no soportaron el mortal cruce del peaje, cayeron victimados por los sanguinarios vendedores ambulantes de Progreso, murieron por agua contaminada en Zapotal, o no resistieron el paso del desierto de Atahualpa. Pero guiados por una fuerza sobrehumana divisaron el castillo a lo lejos. Habían sufrido bajas sensibles pero el esfuerzo había valido la pena.
La llegada fue un cruce de ideas brutal.."


Hasta ahí el relato épico. La verdad es que el camino estuvo complicado pero al llegar fue grato encontrar un vestigio de las amistades perdidas. Lo dantesco de un choque cultural entre un black/metalero, un jazz/blues, un heavy metal y el dueño de casa, fue tocar rock latino (y una de Miranda). Aunque falto el Vocalista insigne, que hasta ese rato se hallaba exiliado en el país de Las Jineteras, El Habano y La Tremenda Corte; se rellenó ese espacio con improvisaciones efectivas. Los incidentes que acontecieron esa noche si valen ser contado en un capítulo aparte.


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