Minuto 89, 0-0 y el balon cae en sus pies, como toda tipica jugada fortuita. No piensa, ve al arquero descolocado y se atreve a disparar con los ojos cerrados. Solo escucha un latido de su corazon antes de quedar en silencio, y luego.. goooool!!!.
Todos gritan golazo. La alegria lo congeló por 6 segundos mas o menos. Se sentía Bebeto en EEUU 94.
Cuando uno tiene 9 años el patio de la escuela de La Chala se vuelve el estadio Rose Bowl de Los Angeles, sus compañeros son Branco, Romario y Taffarel; el equipo contrario es el Italia de Roberto Baggio, Paolo Maldini, Costacurta; el recreo de media hora dura 90 minutos, y el balón oficial es un tachito de jugo relleno de papeles.
Justo después de abrirse la camisa blanca con una escarapela gastada y tirarse al piso polvoso, ve que sus compañeros se acercan a festejarlo con tutes y patadas... por desgracia el arco rival estaba para el otro lado.
Entre risas y golpes cayó en cuenta de su razón, y no lo podía creer... el primer gol de su vida, un golazo esquinado al ángulo superior derecho, había sido en contra.
- Pero la plena que fue un golazo no? - dijo entre el tumulto - que ni Leinar la pudo tapar.. si o no?
Todos estallaron en risas y corrieron a castigar al portero de igual manera. El gordito corrió por su vida, y hasta hoy creo que sigue corriendo.
Tardaría varios años en comprender que cuando uno es niño los errores se arreglan con risas y lo demás no importa. Talvéz Baggio no hubiera llorado si hubiera fallado ese penal en el patio de mi colegio; sólo hubiera sido ajusticiado igual que Leinar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario