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Trabajando en donde solo se duerme cuando se deja de respirar..

sábado, 5 de noviembre de 2016

Un piano Carmesì

El brujo sentado frente a la fogata, la noche era muy oscura, y a su tienda una brisa retumbó. Quiso caminar un poco, y tomó su bastón. Sin importar las criaturas demoníacas que encontraría en la penumbra, se dirigió al risco, cerca del abismo. A las ruinas de una ciudad devastada por una lluvia de fuego, atribuida a la ira de un dios (según decía la leyenda) se adentró a caminar por sus empedrados caminos desolados, sin vida. Rodeado de casas vacías y destruidas, disfrutaba el silencio. De alguna manera disfrutaba la soledad en un sitio olvidado; hasta que de pronto escuchó algo...
Unas notas delicadas y dulces que brotaban de un piano un tanto desafinado, pero que sin embargo no perdían su dulzura. Provenía de una casa en escombros, que sin techo, sólo se mantenía con las paredes desquebrajadas; y en riesgo inminente de un derrumbe espontáneo.
Se acercó sigilosamente y debajo del marco de la ventana se sentó a disfrutar el concierto nocturno. Por un momento no quiso saber quien tocaba tal maravilla, solo quiso que el anonimato del artista le de su toque místico. Pero su voluntad flaqueó, y se asomo por sobre el borde inferior de la ventana... sus ojos se abrieron como dos lunas llenas, quedando atónito en su estado. Era una doncella de cabellos rubios, la más bella que había visto en su larga vida; con los ojos cerrados y una lágrimas que rodaban por sus mejillas. Con la cabeza en alto, mentón hacia arriba, y movimientos péndulos de su columna hacia adelante y atrás, mientras la envolvía el frenesí de la inspirada música. Sus  brazos eran dos alas que recorrían el piano de extremo a extremo, dejando una estela carmesí que empañaba las teclas, y brotaban de sus muñecas de forma copiosa. Se estaba desangrando mientras tocaba... era una manera dulce de morir, sombría pero armónica.
Lentamente el brujo se levantó, rodeó la esquina y entró por donde alguna vez hubo una puerta. Atravesó el umbral y la vio más de cerca a tan angelical criatura, envuelta en tal éxtasis que ignoraba por completo su presencia. por sobre ellos solo estaba el oscuro firmamento adornado de innumerables estrellas, como si quisieran asistir a tan exclusivo concierto.
La rodeó caminando lentamente, tratando de comprender lo que veía; pero solo se sentía maravillado ante lo que escuchaba. Los borbotones de sangre caían como cascadas, y la doncella ya empezaba a palidecer, sin dejar de tocar. De pronto el silencio se quebró:
- Te preguntaras que hago aquí en tan extraña agonía mi simpático hechicero - le dijo en su trance.
- No lo hago por miedo a que se acabe lo que veo... pero solo dime la razón de todo esto, de tu sufrimiento..
- Sólo para que lo sepas, mi corazón no fue correspondido por quien la vida me deparó. Era mío desde siempre, pero nunca lo supo; por lo que la vida me es insípida. No trates de detenerme por favor.
- No lo haré mi pequeña amiga, es tu decisión apagar tan bello regalo de la vida. Sólo lo disfrutaré mientras dure.
- No dirás nada para convencerme? - dijo desfalleció.
- En lo absoluto. He visto tantos acontecimientos maravillosos y nefastos que se escapan de mis manos, de mi intervención. La voluntad es un limitante fuerte. Aprendí a que las cosas deben dejarse ser, y lo que no es nuestro, no lo es.
- Podrías hacer al menos que no me duela tanto el saber que no fui amada? - dijo entrando en llanto y acercándose al final de su concierto.
-  Dejará de doler pronto, tan pronto como aceptes que la vida tiene muchos amaneceres y ocasos para ver. Que no solo hay una brisa en todo el verano, y que la lluvia se conforma con millones de gotas de agua. Que hay millones de sonetos que aun no son leídos, y canciones que esperan ser descubiertas.
- Creo que es un poco tarde mi querido amigo, la suerte ya esta echada para mi - dijo en agonía. Su rostro pálido, y su cuerpo del color de una perla dejó de entonar el ensangrentado piano. Y con sus brazos extendidos se recostó sobre el teclado carmesí, respirando cada vez más lento - Me hubiera gustado haberte conocido en otro tiempo, tal vez tus palabras habrían quitado peso a mis razones para llegar a esta triste conclusión... Talvez hubiera tenido fuerzas para esperar al verdadero consorte de mi alma. - dijo a punto de expirar, y súbitamente se desmayó.
El hechicero puso sus manos sobre su larga cabellera rubia, ahora empañada de sangre; y sonrió:
- Nunca nada esta perdido querida amiga confundida - y justo antes de expirar, una luz blanca e intensa brotó de sus manos. Tan fuerte que iluminó toda la habitación y parte de la ciudad en escombros. Y la doncella se suspendió en el aire, rodeada de un polvo luminiscente que formaba un torbellino. De pronto sus heridas se cerraron, y lentamente el color volvía a su humanidad. Mientras el hechicero con sus brazos extendidos, simulaba que dirigía una orquesta moviéndose de un lado a otro.
Y así la luz se fue apagando lentamente, volviendo a ser solo la luz de las estrellas quienes reinaban. Frente a él, se hallaba una joven de rubia cabellera, sumergida en un profundo sueño; sobre un piso empedrado con sangre seca. 
Sonrió y recordó los tiempos en que fue un poderoso dios, ahora destronado. Pero como dijo, había que dejarlo ser.
Se dirigió a la puerta antes que ella despierte, pero antes dejó una nota a su lado:
"Tu despertar no tiene que ser un infierno".


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